DE TATUAJES Y OTRAS MODALIDADES DE LLAMAR LA ATENCIÓN

Cada cual puede expresarse, mostrarse en público, actuar en general como mejor le parezca, ese es el lema de nuestro tiempo. No hay que preocuparse de lo que opinen o piensen los demás, porque a los demás si no les gusta nuestro aspecto y nuestro comportamiento que les vayan dando…

Así están las cosas y encima llega el verano, veda abierta al desaliño indumentario más antiestético, pero, claro, aunque no sea cierto,  me dirán ustedes que la estética es algo subjetivo, igual que el concepto de belleza que reside in the eye of the beholder. Pues, no. El uso de las chanclas (aparte de lo incómodas que son) fuera de la playa o piscina; las camisetas masculinas de tirantes, mostrando en todo su esplendor los vellos axilares que, por lo visto, tanto en hombres como mujeres (hay unas cuantas famosas que reivindican la naturalidad y el abandono de los depilatorios) ahora se consideran de lo más erótico. Cierto que un varón sin vello, como muchos de los modelos publicitarios que anuncian perfumes, dan un poco de grima. Pero a lo que iba, decía que la chancla, los peinados rasta, la camiseta, las barbas descuidadas,  los bermudas, sobre todo cuando su uso se ha extendido a sexa… septa y  octogenarios de flácida musculatura, o de prominentes adiposidades y varicosos, y a mujeres con muchos años y kilos, es un espectáculo de lo más deprimente y si los bermudas son ajustados y de lycra, entonces ya es el colmo de la fealdad.

Hace calor y el calor ataca a todos por igual, jóvenes, no tan jóvenes y ancianos y todos tienen el mismo derecho a ir aligerados de ropa, no lo niego, pero un punto de respeto al buen gusto, tampoco vendría mal y no tendríamos las calles convertidas en un desfile carnavalesco. En cuanto a  las féminas, constatemos que esta moda de lucir los tirantes del sujetador, no importa el estado de limpieza que muestren, tiene poco de favorecedor; igual que las prendas grunge que se colocan nuestras adolescentes y algunas más talluditas, que se echan a la calle disfrazadas de pobres de pedir (aunque el precio de este tipo de ropa no tiene nada de económico) convencidas de que es el no va más de la  modernidad.

Y luego está el tema de los tatuajes; no hay deportista que se precie (mayormente los futbolistas que son los que marcan tendencias, también con sus variaciones capilares, para felicidad de los peluqueros más rompedores) que no luzca varios centímetros cuadrados de piel llena de dibujos; ídem los que no son deportistas.

Asuntos religiosos, palabras de otros idiomas, animales, flores, nombres propios, dedicatorias, etc. Un amplio abanico de posibilidades para convertirse en una muestra pictórica ambulante. Y me pregunto ¿por y para qué este despliegue de “arte” corporal?

Es un fenómeno que no entiendo. ¿Se trata de demostrar lo valiente que uno/a es? Porque, a menos que el tatuaje se lo hagan con anestesia, supongo que doler duele un montón ¿Por qué esa imitación de los signos externos de las  tribus consideradas primitivas; es una forma de demostrar el descontento con lo establecido? ¿Es posible que como hoy en día el dolor físico de lo relacionado con las necesidades médicas de la vida normal casi ha desaparecido (cuando vamos al odontólogo, para lo que sea, lo único que tenemos que aguantar en un pinchazo y a veces ni esto; para las intervenciones quirúrgicas nos duermen, para la recuperación de las mismas existen cientos de substancias que, si no eliminan, reducen el dolor a cotas soportables) sea la causa la atracción del sufrimiento, el placer del dolor? Puro masoquismo ¿O es simplemente la vanidad de mostrar un nuevo adorno, otra manera de llamar la atención? ¿O un cocktail de todo lo expuesto? Lo ignoro, pero la tendencia ha convencido a padres de familia, ejecutivos, fisioterapeutas, niñas bien, roqueras, etc. que lucen discretos, o no tanto, los diseños de los ¿profesionales? del tatuaje.

Casi desea uno que llegue el invierno por aquello de la capa que todo lo tapa.

 

NURIA VALLDAURA MICÓ

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